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miércoles, 26 de febrero de 2014

Primera Guerra Mundial


El dominio sobre las áreas coloniales provocó conflictos entre las potencias que se resolvían a través de acuerdos diplomáticos, o bien de guerras que se mantenían dentro de un mareo estrictamente local. Además, las alianzas que se formaban duraban poco y los países cambiaban de bando frecuentemente, según las circunstancias.
Sin embargo, las reglas de juego de la diplomacia internacional fueron variando poco a poco. A medida que crecían las necesidades de expansión de las grandes potencias industriales, las confrontaciones se fueron haciendo incontrolables. Por un lado, era difícil resolver los conflictos en un escenario que se había ampliado. Los enfrentamientos ya no sólo podían presentarse en Europa sino también en África, China o el Medio Oriente. Además, había nuevos competidores y eran muy agresivos. Estados Unidos y Japón se habían convertido en grandes potencias que se disputaban el dominio del área del Pacífico. Alemania aparecía pujante y poderosa, pero insatisfecha por haber llegado tarde al reparto colonial. Sus intereses expansionistas en China y África del Sur chocaban con el dominio que los ingleses habían establecido en esas zonas. Justamente, las posiciones irreconciliables entre Alemania e Inglaterra fueron las que generaron un sistema de alianzas permanentes que puso en peligro la paz mundial. Por un lado, se formó la Triple Alianza, que en realidad fue sólo una alianza entre Alemania y Austria-Hungría, pues Italia, el tercer integrante, no tardó en apartarse. Por otro, Francia, el Imperio ruso y Gran Bretaña se unieron en la Triple Entente.

La situación fue tomándose aún más explosiva a raíz de los conflictos internos que atravesaban muchas de las grandes potencias. Rusia estaba amenazada por una revolución social, el Imperio austro-húngaro se desgarraba en luchas entre nacionalidades que ya no podían ser controladas por el gobierno; en el Estado alemán los enfrentamientos políticos paralizaban la política exterior. Los gobiernos parlamentarios, como los de Gran Bretaña y Francia, debían hacer frente a los reclamos de los trabajadores y los sectores medios que demandaban mayores derechos políticos y mejores condiciones de vida.


El 3 de agosto de 1914 era ya un hecho la primera guerra mundial, el ministro británico de asuntos exteriores Edward Grey se hallaba frente a su ventana de su despacho y veía sobre Londres el crepúsculo, entonces pronunció unas palabras que se han hecho famosa: "En toda Europa se apagan ahora las luces: puede suceder que jamás volvamos a verlas encendidas".


Su predicción se cumplió, la guerra que entonces empezaba significó la muerte de la vieja Europa, el final de los viejos tiempos el desmoronamiento definitivo de una concepción del mundo. Esta guerra, que tendría que haber puesto fin a las guerras, dio origen a nuevos enfrentamientos, a nuevas guerras. El conflicto fue provocado en Sarajevo, el 28 de junio de 1914 cuando el heredero del trono austro-húngaro, el archiduque Francisco Fernando cayó víctima de un terrorista servio.

Nuevos Inventos militares y costos de la guerra Gran parte de los adelantos científicos y técnicos del siglo XIX se pusieron al servicio de la guerra. Se usaron por primera vez los zepelines para bombardeos por aire, y los aviones, los cuales resultaron mucho más rápidos que cualquier otro medio de transporte y, como arma, permitían los ataques y bombardeos por sorpresa, además de localizar las posiciones del enemigo.

Se inventaron los submarinos, que permitieron hundir por sorpresa a los barcos enemigos. También se dio un importante uso al ferrocarril para transportar armamento y ejércitos. Además, los barcos de guerra contaron con motor de combustión interna a gasolina, lo que les permitió mayor autonomía y velocidad, además de planchas de acero como blindaje y artillería inoxidable. Algunas naves inglesas, y luego las norteamericanas, emplearon hidrófonos y fueron armadas con cargas de profundidad para eliminar a la flota submarina alemana.

Se introdujo el uso de tanques de guerra, ametralladoras y gases asfixiantes, y en los campos de batalla empezó a usarse la comunicación por radio. Los nuevos inventos militares hicieron de la Primera Guerra Mundial un conflicto más sangriento y destructivo. Los gastos de la guerra fueron muy elevados, ascendieron a ciento noventa y cuatro mil millones de marcos-oro de Alemania y doscientos sesenta y ocho mil millones de marcos-oro de Gran Bretaña. Las consecuencias económicas obligaron a los países beligerantes a pedir préstamos cada vez mayores, que originaron una pérdida constante del valor de sus monedas nacionales y, en consecuencia, una progresiva alza de precios. Debido a que la población campesina fue movilizada hacia las ciudades hubo una drástica baja en la producción agrícola y se racionaron los alimentos a la población civil.

Al finalizar la guerra, la peor parte fue que los combatientes tuvieron que soportar heridas, mutilaciones, trastornos psicológicos, pérdida del empleo, propiedades y familia. Por su parte, los civiles sufrieron la pérdida de padres, esposos e hijos, pues muchos quedaron entre las trincheras. Así, el costo más elevado fue moral y humano, por las millones de muertes, el desempleo, el hambre y la destrucción; fue trágico para los países involucrados porque perdieron un gran potencial humano de fuerza de trabajo y producción, lo que se manifestó en crisis económicas, políticas y sociales en todo el mundo, pero que afectaron principalmente a las potencias europeas y a Estados Unidos.

Durante la Primera Guerra Mundial hubo enormes pérdidas humanas: Murieron en combate 4.9 millones de soldados y 11.3 millones resultaron heridos. Los imperios centrales perdieron 3.1 millones de soldados en combate y 8.4 millones fueron heridos.


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